Las situaciones que se dan a conocer en Basail no distan mucho de un denominador común: el desmanejo de personas “con poder”. En esta ocasión, tiene que ver con la curiosa conducta del pastor Alfredo Brítez, quien está casado legalmente en primeras nupcias con Antonia Díaz, y de esa unión, advinieron dos hijos. En el medio de este matrimonio el buen pastor tuvo un amorío con su prima hermana, Sara Mendoza, donde tuvieron una niña, que ya tiene 14 años.
Allí no termina todo, Brítez está casado en segundas nupcias con Olga Zeniquel, pero sin que su primera esposa, Antonia Díaz, firme ningún acuerdo de divorcio. Al parecer, el pastor Brítez sería bígamo, delito contemplado en el artículo 217 del Código Penal Argentino, ya que oficialmente el 5 de abril de 2008 contrajo matrimonio por civil con Zeniquel.
Pero estas no serían las únicas irregularidades del “pastor” Brítez, pues además de haber tenido un amorío con su prima hermana, o de que sería bígamo; según manifestaron desde el Ministerio de Culto a NOVA, Brítez no cuenta con «número de fichero de culto», en criollo, significaría que hasta en eso estaría mintiendo Brítez, no sería pastor.
Al parecer, la “Iglesia Las Palmeras” es una construcción fraudulenta, por medio de la cual, Brítez junto a su esposa Olga Zeniquel (quien también se proclama pastora), defraudarían en miles de pesos mensuales a sus fieles, ya que el «diezmo» que cobran oscila entre los 4000 a 5000 pesos mensuales, más «ofrendas» de otros 2000 pesos, y mercaderías que aportan. En pesos, el “pseudo pastor” alzaría aproximadamente 200.000 pesos mensuales, sin contar lo de las ofrendas.
A partir de esto, se podría asegurar que no es pastor, por lo tanto, no está habilitado a cobrar dichas sumas de dinero, ni a sostener un culto, ni tampoco expedir “certificados de bautismo” en la fe evangélica, y mucho menos hacerse llamar pastor, o pastora en el caso de Zeniquel.
En todo esto, existe la duda de qué papel cumple Hernán García, supuesto «apóstol», que por estos días se encuentra en Basail, como lo estuvo en circunstancias anteriores y los fieles debieron pagar un canon de 60.000 pesos para que el “apóstol” comparta con ellos.
Vale aclarar que el «pastor Brítez» no sería cualquier “pastor”, ya que tendría un mecanismo de sometimiento muy abarcativo: que, si él no bendice, no autoriza o no está de acuerdo con las actividades que realizan sus fieles. Las mismas, están mal vistas por la comunidad en general. Si actúan en desacuerdo a lo que él dice o piensa, no duda e inmediatamente los reprime y ordena que borren publicaciones, o estados de whatsapp que no le gusten, ya sea utilizando mensajes o audios de 2hatsapp.
Casi como un estado de barbarie, sometiéndolos a un estado de sumisión, alguien que sería bígamo, que no está inscripto en el Ministerio de Culto y que amenaza abiertamente a quienes le proveen sustento diario, mediante las cifras que les cobra en concepto de diezmo y ofrendas mensuales.
Para muestra, un botón… Y el caso demostrativo fue hace poco, cuando su auto particular se descompuso y ¿Qué hizo Brítez? Habría forzado a sus fieles a que hagan beneficios y que le aporten dinero, para así poder pagar el arreglo de su auto, que se estima, costó alrededor de 12 mil pesos. Dicho dinero, habría salido de los bolsillos de sus seguidores, pues Brítez no puso un centavo. Las «ventajas» de ser “pastor”. ¿Qué harán sus “seguidores” cuando se enteren que todo este tiempo han sido engañados por Brítez?.