Caras nuevas renuevan bríos. Con una plaza Belgrano rebosante de gente en una fresca noche de diciembre, asumió el primer concejal deliberante que llega a la intendencia en tiempos convencionales y períodos completos. Antes de esta experiencia llega Gustavo Steeman que, siendo concejal, se postula para completar el tiempo perentorio dejado por Jorge Masat, quien había dejado la intendencia para asumir como Senador Nacional.
El acto de asunción del nuevo intendente de Villa Ocampo, tras el traspaso al tiempo que Enrique Paduán entregaba las llaves de la ciudad – símbolo de autoridad y mandato – el joven intendente tomó juramento a su nuevo equipo de colaboradores para finalizar con el pronunciamiento de un discurso que se preveía mas largo e incluso, tedioso.
Con la solvencia acostumbrada, Marega llamó a establecer políticas publicas frutos de un consenso para lo cual, adelantó, generará los espacios destinados a fortalecer políticas en conjunto adelantando que se pretende reformular una ciudad y una sociedad inclusiva e igualitaria. La palabra consenso, fue sin dudas, la mas repetida de su acotado y conceptual discurso ante un público numeroso y expectante que acompañó con tímidos aplausos segmentos sobresalientes que cobraron perentorio valor emotivo.
“Debemos impulsar línea de acción que los nuevos tiempos requieren para tener un estado municipal moderno y activo con un concepto de gestión abierto y participativo, de cercanía con las instituciones y con los vecinos, que son los verdaderos protagonistas de nuestra gestión de gobierno. Ese es el mensaje que he transmitido a mi equipo y funcionarios”, destacó Marega, en los conceptos centrales de su alocución.
Tanto en la asunción de autoridades del ámbito legislativo, el acto de asunción de Marega concentró gente con identidad céntrica. Se vio muy pocas caras de vecinos de barrios y particularmente, gente que represente sectores mas populares y barriales. La apatía y distancia característica de sectores céntricos, marcó claramente un desapacible clima en ambos actos de renovación de mandatos. Aunque numerosos, no fortalecieron un calor popular ni entusiasta propio de una renovación de autoridades.
El contraste con lo propuesto por Marega, de convocar a sectores políticos de la oposición para fijar políticas púbicas a largo plazo, fue solo escuchado en silencio sin haber sido genuinamente aceptado socialmente por el característico aplauso de aprobación. Las convicciones trazadas por Marega, se dejaron acompañar solo por el énfasis y convicciones del discurso inaugural.
Marega enfrentará un duro período signados por anuncios desde el gobierno nacional que poco favorecerá a su gestión y respuestas que demanda un norte pobre, postergado y pletórico de necesidad de larga data. Se parará la obra pública – movilizadora de economía y promotora de mano de obra -, se resentirá respuestas de distintos estamentos públicos que, amenazada por recortes y achique del estado, tendrá serios problemas para trasladar resoluciones a las demandas sociales. Con un presupuesto acotado y amenazado con golpes inflacionarios imprevisto, deberá improvisar y resolver cuestiones desde el orden pragmático antes que el respaldo instaurado en lo programático con respuestas previstas y pensadas anclados en criterios resolutos y ejecutables.
A juzgar por el énfasis de su alocución, Marega acepta el desafío sin muchos titubeos ni flojeras. “Creo en la política de transformación social y estoy convencido de que el diálogo consensual es la herramienta para lograr los objetivos propuestos y alcanzados”, concluyó.