De ambiciones, arrojo, valor y decisiones se nutre el accionar político. También de miedos, codicias y miserabilidades. El temor al ridículo y hasta hacerse cargo del mote de traidor es una entidad que configura en mucho en la intimidad al decidir jugar una carta decidida y emblemática. Aunque los resultados sean prometedores. Las grandes ilusiones terminan siendo las explicaciones de grandes decepciones y lo que es peor, quien vende ilusiones, sabido es, las saca del baúl del desengaño.
En el comienzo de cada campaña se agudizan no solo perfiles y propuestas, también expectativa que se registran en un intrincado tablero que al desafío de descifrar incertidumbres siempre nos traslada al peor de los escenarios. Sin embargo, la anti popularidad del actual intendente Enrique Paduan hace fácil el presagio que se pronuncia en voz alta hasta en la boca de gente cercana a su entorno. El comienzo de una nueva hegemonía está al alcance de cualquier sueño y nada parece torcer un escenario sentenciados por los oraculares presagios.
Aunque se haya aprendido de la anterior campaña desde donde decidieron levantar las desesperadas banderas de la unidad saliendo a arreglar con todos, sin importar coincidencias ni estrategias, termina en última instancia siendo para el oficialismo la ulterior posibilidad imaginable de retirarse del poder bajo el más vergonzoso de los escenarios transitables. Lo cierto es que un 30 % del electorado que no encuentra referentes ya sabe a quino NO VOTAR. Acercar las scolas partidarias que fueron opositoras al frente oficialista en el 2017, en nada, garantizan que ese descontento social y político contra Paduan se haya esfumado y en la actualidad no resulte un problema para superar demandas en la campaña que se avecina. “El peronismo no puede ganar” es una frase que pronunció un impresentable que solo le alcanzó para comprar voluntades bajo promesas que poco pueden hacer para revertir un resultado de cartas marcadas.
Gustavo Mana, Concejal y ex presidente del cuerpo deliberativo, en el último año transitó un fuerte distanciamiento con el ejecutivo local que lo llevó a ubicarse en una vereda de enfrentamiento que lo sitúa en las huestes opositoras, que a diferencia del peronismo, se fortalece en un electorados radical desencantado con Paduan y sin retorno conforme a dispensarle el apoyo que alguna vez le brindó. Su posible candidatura encarna los fuertes y airados reclamos de este sector ocampense que ya se había pronunciado en ese sentido en las elecciones de 2017. Mana se convertiría en su referente natural corporizando un capital político que lo convertiría en el hombre fuerte, más allá de la suerte que corra en los resultados electorales del corriente año. No obstante, el mismo desafío político partidario lo convierte en el verdugo que sentenciaría al fatal ostracismo al paduanismo y lo que representa en la actualidad: desocupación, pobreza, persecución, ausencia de políticas y una imagen negativa pocas veces advertida en la historia de Villa Ocampo.
Su postulación, de darse y confirmarse, se instaura ante la necesidad de sentenciar el final de una etapa y la reconstrucción en el desandar que reescribiría ulteriores propuestas y en lo inmediato. El peronismo reformula sus propuestas y redobla la consistencia de sus propias traviesas. Las fuerzas que aun disponen del poder deberán resolver afiliarse a un desafío o al solo hecho de apostar al final de una etapa que ya tiene certificado de defunción y hasta fecha de vencimiento. Del concejal Mana depende…