En la localidad de Villa Guillermina, con autoridades legislativas presentes, intendentes, Presidente comunales e, incluso, la presencia del propio gobernador de la provincia santafesina sumado a referentes partidarios e institucionales se dejó inaugurado el Complejo histórico, cultural, académicos medioambiental que se financió con dineros de la provincia y recursos propios del ente comunal. En su alocución, su presidente de comuna hizo una versátil recorrida histórica en la que instruyó en la necesidad de abandonar esa fatal idea que tanto tiempo gobernó la cultura política en el norte: “Los pueblos inviables del norte santafesino”. “Fuimos protagonista y debemos ser nuevamente protagonistas”, sentenció ante la mirada cuasi desconcertada de Miguel Lifschitz, gobernador de Santa Fe.
Un presidente de comuna rodeado de preceptos que indicaban que se estaba viviendo un hecho histórico. Las palabras elegidas, el tiempo resumidos y la complejidad ante el desafío de lograr ser comprendido se instruía ante al arribo de que todo debía encallar en un momento histórico cobrando semblanza de miticismo formal y solemnidad pasajera. Lo cierto es que el carácter histórico del momento se imprimía en si propio; ayuno de discursos y de explicación, el hecho fue histórico por la naturaleza de un reto; ante la resignación de comodidades y personalismos.
Un Roque Chávez tan inspirado como emocionado, se quebró ante el pronunciamiento de un desafío que debe ser glosado en provocaciones que se evidencian denunciando años de impotencia, de tanta lucha superficial, de tanto recorrer mediocre. Entendiendo que un pasado glorioso lejos anida en la resignificancia de vivir de banalidades y recuerdos hundidos en los tiempos, el orgullo de ser norteño debe traducirse en el reto de afrontar al presente en una apuesta fuerte, sin retorno, a cara o cruz, sin desalientos. Sin más revancha que la decisión de avanzar cueste lo que cueste, entienda quien entienda.
“Villa Guillermina llegó a tener más de 25.000 habitantes. Este año se recuerda la llegada de aquel Teniente Coronel quién vino a disolver revueltas, reclamos y conflictos en la era forestal. Los primeros pasos en el país para encontrar nuevas miradas y nuevas soluciones a inequidades y abusos, comenzó en Villa Guillermina. Esa experiencia trazó la vida de quien fuera el fundador de un movimiento político que desando los caminos de la justicia social. Si fuimos protagonistas hace tanto tiempo, nos preguntamos por qué no podemos serlo ahora. En el año 2004 nos juntamos un grupo de soñadores donde decidimos poner en marcha un proyecto que nos alejara de esa idea de que nada se puede hacer, de esa forma a la que respondíamos ante la creencia a la que muchos se resignaron: Los pueblos del Norte son inviable”, sentenció un Roque Chávez que, ante la mirada atónita de un gobernador que uno juzga, se obligó a cambiar su discursos formal entendiendo que debía estar a la altura de un pronunciamiento provocativo, los minutos se sucedieron entre anécdotas, agradecimientos y formales saludos de ocasión.
Villa Guillermina imprime en su historia y el de su gente en un proceso vanguardista que el resto de la región tendrá que comprenderlo, asimilarlo. Sumándose a un concierto cuyas cuerdas comenzaron a sonar el sábado 29 de diciembre en vísperas del comienzo no solo de un nuevo año. Tal vez y si razonablemente se acompaña y si entendemos el desafío de que al edificio inaugurado se lo llena de contenidos, sueños y proyecciones también habremos de comprender haber estado ante el comienzo de una hegemonía sin banderas partidarias, sin identidades ideológicas, sino, ante la simpleza de aceptar una invitación consistente en solo avanzar sabiendo a donde vamos, sin embargo, renunciando a la certeza al aceptar el resoluto y temerario desafío de preguntarnos cuanto será el precio y la demanda que nos costará dar el primer paso.