La Industria, En Su Peor Momento

Cierre de empresas, capacidad ociosa, corte de la cadena de pagos. Los industriales de la provincia sufren la parálisis económica. «No les parece que estamos viviendo un deja vu?». El presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe), Guillermo Moretti, moldeó con crudeza el tono del acto que realizó la entidad para conmemorar el Día de la Industria. Lo escuchaba un millar de empresarios de toda la provincia que se dieron cita en Armstrong, la ciudad con mayor cantidad de marcas de maquinaria agrícola del mundo. Hombres curtidos en los vaivenes de la historia del sector manufacturero, que transitan este momento de la macroeconomía con una incertidumbre que no registraban desde el cambio de siglo.

Desde el corazón de la maquinaria agrícola, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, reclamó al gobierno de Mauricio Macri medidas urgentes para atender la delicadísima situación de la cadena de pagos. La tasa de interés al 60% «es el peor de los males para el sector», señaló Gustavo Crucianelli, presidente del centro industrial de Armstrong y director de una de las empresas más tradicionales de maquinaria agrícola del país.

La ministra de Producción de Santa Fe, Alicia Ciciliani, recordó que en la provincia hay 170 empresas incluidas en procedimientos de crisis, que involucran a 15 mil trabajadores. El presidente de Fisfe contó la desaparición de 240 fábricas dentro de un total de 400 empresas que cayeron en el último año. Con una caída de más de 80 mil puestos de trabajo en los últimos dos años y medio en todo el país, el sector manufacturero fue uno de los más golpeados por el actual modelo económico, más allá del repunte heterogéneo que tuvieron alguno rubros el año pasado. Pero la corrida cambiaria de 2018 y su impacto en el crédito y la actividad amenazan llevar las cosas a un plano más complejo. En las últimas semanas, miles de suspensiones se activaron en la industria automotriz, carrocera, de bienes de capital y de línea blanca en la región.

«Tuvimos una mitad de año distinta, con una evolución heterogénea, en la que había rubros que subían y otros bajaban», recordó el presidente de la UIA. Desde el segundo semestre, el panorama es homogéneo: «Todo cae», dijo.

El secretario de Industria de la Nación, Fernando Grasso, le dio la razón en este punto. «De acá a fin de año no vemos una estabilización de las variables de actividad, en enero y febrero la industria siempre cae, con lo que creemos que para marzo o abril veremos indicadores más positivos», describió.

Moretti recordó que los indicadores de actividad reportados por la Fisfe en julio y agosto dieron cuenta de caídas superiores al 5%. «El sector viene mal y cada vez peor», se quejó, y alertó que esta situación se da «en toda la provincia».

«Hoy tenemos la mayoría de los insumos en dólares, no hay un precio de referencia, si vendemos a 30, 60 o 90 días no sabemos a qué precio va a estar el dólar para comprar nuestra materia prima», describió.

Para Carlos Capisano, presidente del Centro Industrial de Las Parejas, otra de las capitales de la industria metalmecánica y de la maquinaria agrícola, «hay un problema de recesión en toda la actividad industrial».

El industrial consideró fundamental ver «cómo el gobierno sale del problema de la alta tasa de interés», ya que «hay que cambiar este modelo en el que los bancos se llevan todo lo que produce el campo y la industria».

Capisano describió que la industria de la maquinaria agrícola trabaja «con los pedidos que tenía», mientras que las fundiciones y la fabricación de acoplados y semirremolques enfrentan problemas.

Crucianelli, del Centro Industrial de Armstrong, consideró que el sector ligado al campo «está un poco mejor» que el resto, pese a que este año fue muy golpeado por la sequía. Igual, en 2017 hubo una caída de ventas respecto del año pasado. Aun en este sector tan dinámico, crece la preocupación por distintos frentes. Uno es el aumento de las importaciones, «que creció en todos los rubros en forma indiscriminada». El otro es el de la desaparición de las líneas de inversión productiva que había creado el Banco Central durante el gobierno nacional anterior.

Carlos Castellani, titular de la fábrica de sembradoras Apache y director del Banco Nación, recordó que la entidad oficial acompañó en los últimos dos años y medio «los más de 70 proyectos de inversión que hubo en el sector». Pero reconoció que este año la política crediticia se vio restringida por la tasa de referencia que dispuso el Banco Central «para enfrentar la corrida del dólar».

Los industriales que tienen al empresario del agro como principal demandante apuestan a recuperarse con el resultado de la campaña agrícola 2018/19, que viene bien si las lluvias responden. Pero no todos los sectores pueden acoplarse a esa máquina y aun los que podrían, tienen miedo de no llegar. «Siempre, incluso en los 90, hay sectores que en algún momento les va bien, como pasa ahora con la producción de carne bovina, por ejemplo», señaló Moretti, presidente de Fisfe. Pero para la mayoría de los industriales «será muy difícil seguir si no hay un cambio de modelo económico por un esquema de acumulación que incluya a los 40 millones de argentinos».

En ese sentido, el presidente de la central fabril santafesina, descreyó de la devaluación brusca como mecanismo para dinamizar las exportaciones del sector y frenar las importaciones. «Aumentar el dólar sin un programa económico implica que a los cuatro meses esa diferencia se la comió la inflación, los que exportan hoy tienen ganancia extraordinaria, pero al tiempo el problema va a seguir estando», dijo, al mismo tiempo que recordó que «como en Estados Unidos y muchos países del mundo, el mercado interno representa en Argentina el 70% del PBI».

Un dólar de miedo

Acevedo, de la UIA, consideró que el actual no es un tipo de cambio competitivo sino «un dólar de miedo», y aseguró que se requiere en forma urgente estabilizar su valor, junto con la macroeconomía. «Necesitamos que todas las variables acompañen, tasa de interés, dólar y la inflación tienen que confluir, si no estamos en problemas», dijo.

El secretario de Industria de la Nación, consideró que cuando se logren acomodar las variables macro, «la industria va a salir fortalecida porque va a tener mejor tipo de cambio y mejor posición fiscal».

Durante el almuerzo con los empresarios de la provincia, Grasso, tuvo un diplomático contrapunto con los dirigentes del sector, al defender la política de importaciones del gobierno nacional. «Coincido con que la apertura comercial no debe ser un fin en sí mismo, pero si en todos los productos que fabricamos somos más caros, estamos ante un problema macro», dijo.

Poco antes, Acevedo había advertido que la industria argentina compite «en un mundo complejo», por lo cual «no es inteligente abrir mercados solo por un tema aspiracional o reputacional».

Moretti fue más allá. Recordó que el sector afronta «tarifas dolarizadas, tasas de interés del 60%, aumento de los impuestos y las importaciones de un mundo que hoy es proteccionista y está lleno de saldos exportables».

El gobernador Miguel Lifschitz pidió una inserción «inteligente» en el mundo y rechazó las ideas de dolarizar la economía o anclarse a través de un régimen de convertibilidad. Habló como jefe político de una provincia que, reivindicó, «tiene fábricas en más de 200 localidades, con un extendido entramado fabril y agroindustrial».

Ese tejido productivo hoy está en alerta. «La situación en la provincia es muy compleja, hay una gran incertidumbre y no hay actividad económica compatible con la tasa de interés al 60%», dijo la ministra Ciciliani, quien se quejó de que «hay drenaje de recursos del sector del trabajo al especulativo financiero».

Por eso, pidió que se bajen los encajes bancarios y que se cree un fondo «muy grande» para préstamos al sector productivo. Reivindicó, asimismo, el «modelo Smata» de acuerdo entre gremios y empresarios para acordar esquemas de trabajo que eviten más despidos en la crisis.

Para la coyuntura, el Ministerio de Producción cuenta con líneas de crédito especificas a tasas muy bajas «pero son muy pequeñas y para empresas no bancarizadas».

Son «aspirinas» frente a un problema muy grave que debe ser resuelto desde la macroeconomía.

Capisano, de Las Parejas, señaló que «la ruptura de la cadena de pagos y los cheques rechazados están hoy presentes en la economía de la región en un nivel que no se había visto en los últimos años».

Grasso reivindicó los paliativos que dispuso el gobierno nacional para bonificar tasas de descuento con cheque y el fortalecimiento de los sistemas de garantía. También recordó que desde la Afip se flexibilizaron las condiciones de embargo.

Acevedo reclamó más medidas y en forma urgente, como suspender por 180 días el sistema de scoring fiscal. El gobernador Lifschitz reclamó congelar las tarifas y el precio de combustibles «por un tiempo». Mientras tanto, los industriales despliegan distintas estrategias para sobrevivir. «Con estas tasas, pasás a ser financiero más que industrial, tratando de ver cómo pagás la quincena, cobrás a los clientes y pagás a los proveedores».

Para Moretti, la crisis se resuelve con un cambio de política, que contemple un modelo industrial. «Esto no es una tormenta, no tiene nada que ver con el clima sino con la política económica», se quejó. Y concluyó amargamente: «En los 90, en la crisis de 2001, escuchábamos el cantito de los neoliberales que nos decían que éramos ineficientes y que teníamos que ser competitivos, y la verdad es que el industrial que sobrevivió a esa época es porque se ajustó y reconvirtió, si hubo ineficientes se cayeron hace rato».

«Los que quedamos hoy nuevamente tenemos que adaptarnos para sobrevivir, con la sensación de que hay que empezar siempre de cero», dijo.