Por Huber Cracogna
Las recomendaciones conforme se utilizan las internas partidarias con viejos o nuevos métodos, apuntan a legitimar no solo los roles y los cargos, sino, el poder de liderazgo que en cada intimidad partidaria reclame, necesite o lo aplique con destino de fortalecimiento, se resinifique o, en su defecto, aparezcan las eternas pulsiones que lo pongan en entredicho. En tal caso, el proyecto y sus métodos se establecerán o solo desaparecerá, sin más, bajo el reemplazo de otro que comienza.
Villa Ocampo en las PASO que se avecinan presenta ofertas variopintas sumando alternativas que, incluso y muchas de ellas, solo morirán en el intento. Demasiadas listas para solo ocupar atriles marketineros superficiales y efímeros que tendrán como vida el tiempo de una mariposa. No queda en claro la presentación de tantas listas ante la justificación que evacuen zanjar diferencias de perfiles personales e ideológicos. A priori, solo se avanza en satisfacer apetencias e impulsados arrebatos.
Un proyecto partidario al que le fue arrebatado el poder hace 12 años fue sustituido por un comienzo que también ve agotada sus instancias, proyecciones y utopías. Demasiado apego a influjos munícipes lo alejaron de los desafíos de la región perdiendo Villa Ocampo su hegemonía territorial. 12 años cumpliendo incómodamente con el papel de opositor, el peronismo ocampense tampoco renovó bríos, personalizó sus discursos y enfrentamientos y solo mantiene intacta la bronca de haber sido desalojado del poder hace más de una década. Mucha gente joven y caras nuevas con escasa formación política intentan mover un tablero aburguesado, sin perfiles e idearios claros en la que no se discutirá grandes ideas conforme se espera cambiar la historia del norte. Suplentes agenciados deberán garantizar el mismo juego en un tablero que se mira en su propio espejo admirándose de su propio ombligo.
Villa Ocampo tiene sus industrias destruidas, su economía agotada y su pobreza en franco aumento. Los intentos por poner en marchas proyecciones desde la economía social y su frágil ingeniería ni siquiera pudo equipar los ingresos que alivia padeceres diarios de miles de familias que se sostienen gracias a las bondades de planes sociales, programas nacionales asistenciales y dádivas ocasionales que morigeran su desesperante urgencias. Tantas listas en ofertas alejan cualquier posibilidad aspiracional a enfrentarnos a debates profundos que, en sus discursos, alberguen diagnósticos apropiados y soluciones definitivas. Quienes deben sopesar honrando altura intelectual a tamaño desafío, no parecen estar presente en esta particular contienda electoral.
El oficialismo ofrece en esta contienda tal vez su mejor espada y experimentado soldado que deberá fortalecerse en su propia interna. Interna que no promete mucho. Marega no solo tiene el desafío de pulsar con éxito lo que representan 12 años al frente del palacio municipal, sino, renovar discursos, abrir puertas que el desgaste ha cerrado y proponer nuevos desandares por donde el neo paduanismo intentará oxigenarse conforme experimente nuevos aires encontrando renovadores vientos de cambios.
Por su parte y como contracara, el PJ ocampense pretende desterrar metodologías y experiencias que instruyendo procesos le permitió ganar algunas campañas controlando el Concejos Deliberante municipal; hoy se enfrenta a inexplicables desgastes aventando internas que exhibe más débiles a quienes más poder institucional tienen. Sus actuales concejales, de los cuales, dos pretenden renovar bancas, no pueden explicar para qué y para quienes utilizaron el poder que las urnas les facilitó hace cuatro años atrás. Además de sus internas y debilidades, deberá resolver una contracara paradojal: nunca estuvo más débil que cuando más poder controló y controla.
Ambas fuerzas políticas que llevan en si propio enfrentamientos históricos alentando viejas, paradigmáticas y antonomasica ideas, en tiempos de vacas flacas y pandémicas, les urge y con extraña reserva resolver problemas y planteos intestinos reclamados por alientos de sobrevivencia. Los viejos y nuevos problemas que azotan a la ciudad norteña, habrán de esperar otras contiendas y otras elecciones para resolverlos.