Con un tránsito que reclama urgentes controles, contrasta con la visita de autoridades provinciales – control vial – colmando la sala principal de la intendencia con autoridades políticas y de seguridad la región. Las Toscas se caracteriza por un tránsito descontrolado, peligroso al que se suma gente sin casco, motos trasladando tres personas y hasta alcoholizadas.
Los dobles discursos están tan en la palestra que es difícil identificar cual de todos es el original y mejor presentado. Los discursos referidos al Medio Ambiente, su cuidado y preservación pica en punta en suscripciones disruptivos entre el accionar y los discursos. Lo tajante sobre el particular es que el presupuesto provincial asignado a la cartera no alcanza ni siquiera para pagar haberes a funcionarios de la cartera y mucho menos, sostener logísticas destinados al accionar de controles, preservación y cuidado.
Otro tanto fue el contraste ostentoso con fotos y prensa presente al recibir a autoridades provinciales en el medio día del martes en la sala de conferencias de la municipalidad de Las Toscas, lugar donde se apersonaron el Secretario de la Agencia Provincial de Seguridad Vial, doctor Carlos Torres, sumado al director de coordinación inter – jurisdiccional Mauro Bertorino, director de sistemas técnicos, Roberto Bruera, Sebastián Kelman, director de comunicación capacitación y observatorio de la Agencia Provincial de Seguridad Vial, y personal de planta de la secretaría. Lo rumboso no cambió los trajes ni su presencia responde explicar el preocupante paisaje que Las Toscas tiene en su tránsito local.
Es de vox populis los pedidos elevados por parte de la titular del Juzgado de Falta solicitando acuerdos con la policía de la ciudad destinado a coordinar acciones entre inspectoría municipal y uniformados ante la necesidad de poner un límite al tránsito de la ciudad. Es común ver motociclista sin cascos, transitar hablando por celular, movilizados mas de dos personas sumado a personas adelantándose por la derecha. Los semáforos de la ciudad son decoraciones estéticas inútiles que nadie respeta. En especial, los ubicados en la ruta nacional 11 donde propios y extraños sobreviven sorteando los embates de la imprudencia y la impunidad de una habitual locura vial.
Es claro que la falta de controles y la anulación de inspectoría en las calles es una decisión política emanada de la intendencia. Lo extraño es que ante tanto descontrol vial se reciba con tanta pompo a autoridades provinciales, de seguridad e incluso, presidente comunales y legisladores del norte.