El presidente Mauricio Macri espera sumar en Nueva York el respaldo de los grandes fondos de inversión al plan primavera, ideado para generar una estabilidad cambiaria a costa del retorno de la bicicleta financiera. Es el apoyo crítico para el éxito, si se descuenta por un lado que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Tesoro de los Estados Unidos se aprestan a aprobar la revisión del acuerdo y ampliar los fondos de la línea de crédito y por el otro el Congreso aprueba el Presupuesto 2019 con el apoyo de los gobernadores peronistas.
El Banco Central empezó a reflejar la nueva apuesta del Gobierno y después de meses de sangría constante de reservas registró un ingreso de 579 millones de dólares provenientes de fondos especulativos que llegan al país para comprar títulos públicos con tasas de interés de 50% anual y la garantía de que el dólar se manejará en una franja que permita rentabilidades extraordinarias en dólares.
El economista Jorge Carrera, ex jefe de Investigaciones Económicas del Banco Central, lo describió así: supongamos que en esta primavera financiera entran 3 mil millones de dólares a instrumentos en pesos y reciben 120 mil millones de pesos. Las reservas suben y el dólar cae por oferta privada. A una tasa de 4% mensual, los inversores externos en 4 meses tendrán 140 mil millones de pesos y si el dólar está en 40 pesos serán 3.510 millones de dólares y si está en 38 recibirán 3.684 millones de dólares.
Recién si el dólar pasa los 46,5 pesos a fines de enero la especulación perderá. Pero para evitar el riesgo, voceros del BCRA dejaron conocer que la intención es sostener al dólar en una franja entre 32 y 44 pesos a lo largo del próximo año. Rentabilidad garantizada.
“¿Qué harán estos managers cuando les toque decidir? Se darán por satisfechos con estos 510 o 684 millones de dólares en sólo 4 meses y saldrán o se quedarán un rato más”, se preguntó Carrera. Recordó que en 2018 a los que se quedaron le licuaron los pesos con la devaluación y recomendó prestar atención: “¿Cuál será el momento de salir: una baja de tasas? ¿un evento externo? ¿una encuesta?”.
La bicicleta financiera fue lo que garantizó la estabilidad del dólar en 2016 y 2017, cuando se logró revertir la recesión del primer año en parte con el dólar barato y en parte con impulso muy fuerte al consumo en la previa de las elecciones legislativas. En aquel entonces, el instrumento que se utilizó para invertir en pesos fueron las Lebac del BCRA, el germen de la crisis cambiaria de este año. Hacia adelante, se utilizarán Letes y Lecap emitidas por el Tesoro, lo que significa que la rentabilidad de la especulación financiera se pagará con los impuestos de los argentinos.
El Gobierno necesita que se alineen varios factores para que ese plan les salga con éxito: que el FMI anuncie rápido el acuerdo, que el Tesoro de los Estados Unidos autorice otros 20 mil millones de dólares más al crédito original de 50 mil millones de dólares, que los grandes fondos de inversión vuelvan a comprar títulos públicos argentinos para mejorar el riesgo país y salir de la zona de default, que los bancos internacionales traigan dólares al país para participar de la bicicleta financiera, que el clima acompañe y el campo logre la cosecha récord y que el Congreso apruebe el Presupuesto 2019.
Macri en Nueva York a partir de la próxima semana espera convencer a los ejecutivos de los bancos y fondos de inversión para que se sumen. Necesitará más que un par de días de pax cambiaria: una declaración oportuna del FMI y de algunos senadores, como las que formuló Miguel Ángel Pichetto cuando se pronunció a favor de votar el Presupuesto, pueden ayudar a lograrlo.
Al plan, sin embargo, le falta la pata en la economía real. Con un nivel de actividad en plena contracción, con la industria golpeada y fuera del radar del oficialismo, con el desempleo creciendo, con menor poder adquisitivo de los que siguen en el sistema y el Estado retirado de la economía por el brutal ajuste fiscal, las fichas están puestas a que arranquen las obras del Plan de Participación Pública Privada (PPP), que hasta ahora tiene serios problemas de financiamiento por la negativa de los bancos internacionales de aprobar créditos a empresas que figuran en las causas de corrupción.
Hay una idea en el Gobierno de blindar a las empresas y descargar toda la responsabilidad en los directivos (muchos de ellos dueños) que deberán dar un paso al costado para seguir en el negocio. De todas maneras, en la visión del Gobierno la preocupación está en ganar las elecciones y eso, creen, se logra con un veranito financiero sin importar si la desocupación supera el 20 por ciento.