Ni Un Peronista Menos

Si tendría 25 años habría escrito desde otra perspectiva sobre lo ocurrido. Superé los 50 en el que el tiempo ya no lo vez con esperanzas aggiornado en falsas utopías, sino, en fatales letanías que impulsa inevitable hacia un fatídico final. Moriremos y el tiempo solo olvidará. Nos despedirán con lágrimas y un frio dolor obligará a alejarlos del mejor recuerdo de nuestros pasos por este mundo. Murió Oscar Segovia, militante de esperanzas, trabajador de ilusiones, mentor de luchas sociales, faro espiritual de un tiempo. Murió Oscar Segovia. Un militante de nuestras calles. En estos tiempos de cambio, diríamos “Ni un peronista menos”. 

Yace inerte un peronista que eligió serlo sin pedir nada a cambio. Que aceptó el desafío de enfrentar el mal gusto de defender pobres, humildes, analfabetos, maleducados y malolientes. Eligió ser peronista y defender causas, para muchos pérdidas. Eligió ser peronista ante el desafío de saber que trepar los escalones del status y el respeto social le estaba vedado. Eligió ser peronista en este mundo y tiempo que reclama sangre y odios para solo defender privilegios. Eligio ser peronista para parecerse a quienes las minorías del poder odian y desprecian. Murió Oscar Segovia. Un brazo de eternas luchas ya no está.

Las luchas de toda una vida serán parte de un efímero recuerdo. Todo caerá condenado en la nebulosa de esta dinámica de vida que todo tritura y convierte en volátil entidad. Hasta evocaciones y acaso a la propia memoria. Sombras de inmortalidad que se ríe desde la perversidad e ilusa creencia que solo arrebata justificando valerosas presencias de vidas, de nombres y momentos. Miro Oscar Segovia, otra fatídica y lamentable noticia que nos entristece, que nos amarga. El rigor de una esperanza que enfrenta a una inevitable muerte solo se reconforta en el dolor de recuerdos y consideraciones que podemos soportar en nuestro existencial tiempo de vida.