Pertenecer Ya NO Tiene Sus Privilegios

Por Huber Cracogna

Tres casos en simultáneo de abusos de menores en manos de curas católicos golpean las entrañas mismas de las estructuras sociales cristianas en la argentina. Una condena ejemplificadora por parte de la justicia santafesina al último cura denunciado traslada junto con su reciente condena el primer antecedente al registro de violadores nacionales a Monzón – condenado a 16 años – como su más reciente y emblemático miembro.

No por ser una de la más longeva institución en el mundo que sobrevivió a tanto vértigo y cambio se exime de dar cuenta de excentricidades, abusos y demasías en el poder que obliga a la Iglesia Católica a responder no solo por sus vivencia en los siglos y milenios: Inquisición, conquista y sometimiento en las Américas, inocultable connivencia con los grandes poderes fácticos, complicidad en múltiples dictaduras y sus consecuencias, en su derechización y conservadurismos más rancio, a partir de políticas emanadas del propio papado vaticano actual, también tendrá que explicar violaciones y vejaciones que por más intento de mantener oculto, el secreto a viva voz, comenzó a tener un correlato en la institucionalidad de la justicia y su brazo que ha comenzado a medirla con la misma vara que a cualquier otro mortal: Tal vez y compartiendo privilegios por centurias, esta última dejó de ser su gran escudo y aliada.

Las actuales democracias demandas derechos, igualdad ante la ley y absolución total de privilegios milenarios. Las rémoras de la aristocracia parecen obligarse a ser arrinconadas en estrechos zaguanes de malevolencias y condenadas a su extinción sin más.

Espantosas disidencias y aprietes que se enjuagaron con el nuevo poder político inaugurado con la joven democracia de la argentina le valió insultos al propio padre de la democracia – Raúl Alfonsín – desde donde la iglesia intentó controlar su privilegios bajando líneas a los poderes republicanos con las sutilezas de la diplomacia del mismo modo que con la brutalidad de una represión. Sin embargo y de caras a la gente fue el prisma de la moral el catalejo elegido para advertir que lo más sagrado de nuestra democracia, más temprano que tarde, la obligaría a enfrentarse, en términos de conflictos, con los derechos crecientes y expansivos que el pueblo delibera, reclama y consigue. Un poder del estado, el más cercano a sus intereses, acaba de darle un revés que dudo, tenga retorno.

Queda solo esperar que el cocimiento de anacrónicas masilla que sostienen cruces e imágenes de vírgenes desarticulen forzosos postulados de poderes sociales y políticos alistados en falsos y engañosos sincretismos decanos con que poderes logrados con fervor popular sigan conviviendo con privilegios anti populares. Se reclama la presencia de un estado laico e independiente de creencias religiosas y supersticiones milenarias.

Los derechos no conviven con los privilegios. Los mandatos populares deben estar disociados de perfiles moralistas de templos. La república será el único faro institucional que habrá de establecer preceptos, límites, derechos y obligaciones de y un pueblo.