Pasó de todo en la práctica de Ezeiza y, como nunca, se percibió el clima de nerviosismo y ansiedad por el partido del sábado ante Boca
Desde las 9 de la mañana ya adentro del predio de Ezeiza se respira paz. Apenas la llegada del presidente de River, Rodolfo D´Onofrio y el propio Enzo Francescoli, modifican el cuadro. Afuera hay más movimientos; en un corralito tipo plazoleta con cadenas rojas y blancas se empiezan a sentar hinchas para saludar a los jugadores que pasan por ahí y en las calles de ingreso al predio van llegando los móviles para iniciar una tareas en vivo.
Esta vez hay más hinchas de lo habitual y además de los canales deportivos, se anotan en puerta de ingreso los canales de aire que harán parte de sus noticieros desde allí. Los camarógrafos corren por el costado de la colectora de la autopista en busca de algunas imágenes de un entrenamiento que tiene poco para contar y del que nadie percibe que se irá Pity con un estado gripal más por cuidado que por susto.
Las puertas, según el anuncio, se abrirán a las 11 para la conferencia de prensa. No habrá acceso a ver el entrenamiento, apenas charlas y notas con dos jugadores: Maidana y Armani. Igual el apuro por entrar le gana a inutilidad de hacer la cola. Mientras se anotan en una planilla que esta vez y como nunca no alcanzará, se ordena una fila que a media hora del ingreso tiene una cincuentena de periodistas.
A cada rato se escucha lo mismo, “Vamos que venimos en vivo de nuevo”. Algunos hacen bromas porque dirán en otra palabra más o menos algo similar a lo que dijeron hace 10 minutos. “Más que acceso a la información, tenés que ser un gran memorioso de sinónimos”, bromea un colega de la prensa gráfica mientras anota datos y chequea el teléfono.
Son casi las 11 horas, están por abrir el portón y hay como un apuro inexplicable porque llegar primero no sirve de mucho. En un coche, un chofer, que llevó a un amigo y a su bebe, se cansa del calor, se saca el buzo y muestra una casaca de entrenamiento de Boca y mientras juega con el bebé hace bromas que sólo la cordura no convierten en pelea.
Adentro ya no hay entrenamiento, acabaron los partidos en espacios reducidos con todos los jugadores, Enzo y D´Onofrio enfilan para el comedor a tomar un café y Gallardo de buen humor le dice al Pity que se cuide por la gripe.
Mientras tanto Ponzio no sale de gimnasio por un desgarro, Scocco y De la Cruz corren sin tocar la pelota y Mora aviso que ya se hizo los estudios por el tema gastrointestinal que lo dejó sin entrenar y en su casa.
La sala de conferencia desborda y los jugadores prefieren hablar más tranquilos con la TV, la radio y la gráfica. Pero son demasiados y entonces hacen un aparte especial para los medios que ayer fueron a cubrir un suceso policial, unos días antes alguna conferencia de un político y la semana pasada las obras de la avenida Juan B Justo.
En el medio de todo y cuando los jugadores se acomodan para hablar, se anuncia la venta de entradas para los socios de River en la página web del club y nadie puede evitar observar los precios, la modalidad, cuando se retiran y hasta que día hay tiempo de comprar. El mediodía ya toca el punto más alto en la intensidad informativa y desde el vestuario arrancan como panchos por su casa y lejos de la locura, Maidana y Armani.
El club inició este mediodía la venta online y las reservas para los socios y abonados de las entradas para el superclásico final de la Copa Libertadores del sábado 24 de noviembre en el Monumental. Primero para los que ya tienen “Tu lugar en el Monumental”
No hay dudas que nada de toda esa locura se observa en los voceros del plantel para este momento único. “Están más nerviosos ustedes que ellos”, dice un allegado que hasta hace algunos minutos estaba en el centro de los trabajos del equipo. “Ya jugaron 11 finales, cómo no van a estar tranquilos”, agrega la misma persona, mientras Maidana sale a hablar con las radios en vivo como si saliese a la puerta de su casa a tantear la temperatura.
Afuera los hinchas esperan y temen que los jugadores sigan de largo. Pinola les dice que esperen y frena su camioneta blanca, baja la ventanilla y hasta se saca una foto con un bebé apoyado en la ventana. La misma actitud tiene casi todos los demás jugadores del plantel.
La paz interior viene de adentro pero no logra contagiar afuera. Los medios sacan sus móviles de nuevo a la calle para seguir un rato más, Armani y Maidana que se bancaron casi media hora de notas sin levantar la voz llegan un rato tarde al almuerzo y el país sigue girando más rápido que ayer a la espera de la final de la Copa Libertadores que empiezan a jugar el sábado Boca y River.