Luego del escándalo surgido a partir de que el presidente de comuna de El Rabón, Juan Carlos Pulzoni, cerró por un mes la comuna sin conocerse decreto o edicto que lo institucionalice y tras fuertes reclamos de la población ante la acefalía evidente, se constató que Pulzoni, desde fin de año se alojó en Villa Carlos Paz donde paso fin de año y en Villa La Angustura, lugar donde permaneció hasta el 20 del corriente. Su pueblo no tiene regador, el agua potabilizada es intomable y las interminables necesidades sociales esperan a que el 1° Febrero, Pulzoni, se digne a abrir las puertas de la casa de todos.
Los pequeños feudos y miserables condiciones en que algunos pueblos son sometidos en el norte provincial, no es ya un dato, sino, una realidad proverbial e insultante. La comuna de Hardy, cuenta con media docena de miembros que acreditan parentescos inmediatos entre sus titulares. Abusos tales como echar gente sin motivo y explicaciones es moneda corriente. Miembros comunales, dueños de extensos campos fumigan sin importar a quienes envenenan y a cuantas victimas cuentan, no importa si son niños o abuelos. La vecina localidad, El Rabón, controlada por dirigentes políticos del mismo palo partidario, decidieron cerrar la comuna todo el mes de enero, sin que se haya notificado o justificado tras la rúbrica de algún decreto o edicto comunal. La gente se enteró al tiempo que fue a la comuna a solicitar ayuda, pagar algún tributo, retirar la boleta de luz, reclamar por el agua potable, por un enfermo o acaso, pedir ser traslada a la ciudad de Las Toscas conforme cumplir con el calendario de vacunas. El CAPS del pueblo está imposibilitado de aplicar vacunas por razones de logística en la cadena de frio exigible.
La patética situación que fue denunciada por un miembro comunal – Oposición – tras haber sido abordado por cientos de vecinos que se acercaron a sus domicilio a solicitar ayuda o explicación, no da para sustos al tiempo que los reclamos se concentraron en la prestación de agua potable en tiempos estivales y ante calores sin precedentes que azota a todo el país. Agua que emerge de canilla residenciales con barro, arenilla y hasta con babosas de color negra que nadie puede explicar qué clase de animalito es. Se muestra en el presente video que ilustra parte de la nota.
El Rabón no tiene regador para aplacar la polvareda de sus calles que arroja como saldo semanas sin lluvia ante calores cuya térmica superó los 44°C.. Las fuentes de trabajo son inexistentes y quien no es empleado público vive de changas, de la caza o la pesca. No hay servicio de remises y las líneas de colectivo se limitan a viajar una vez al sur, de mañana, y otra que pasa al norte por la tarde. Su centro de salud – CAPS – solo atiende algunas horas matutinas con un médico de la ciudad de Las Toscas y, solo algunas horas a la semana. Las estimaciones de nivel de servicios y calidad de vida, no justifica aspiraciones algunas sometiendo a mayorías a una precariedad inimaginable y pocas veces conjeturada.
Juan Carlos Pulzoni acaba de inaugurar su tercer mandato consecutivo al frente del palacio comunal. Desde su comienzo como autoridad política registraba la misma cantidad de reclamos que en la actualidad. No se mejoró una sola demanda social y resulta una caracterización propia de gestiones del lugar: castigar estigmatizando a la población que eleve mejores condiciones de trabajo o calidad de vida. Quienes son identificados en apoyo a sesgos partidarios que NO pertenezcan al oficialismo se los condena a expulsarlos del ente comunal o sugerir que la ayuda que necesita “se la reclame al candidato opositor”. Una verdadera maestría de la miserabilidad que sojuzga a extraños y condena a pobres y vulnerables.
Un pueblo azotado por la sequía, malos servicios y autoridades políticas que no dudan en financiar persecución ideológica utilizando DINEROS que pertenece al pueblo. Su pobreza no empatiza con el nivel de vida de quienes gozando de los privilegios de un feudo, se dan el gustoso y costoso privilegio de veranear 20 días en Villa Carlos Paz y Villa La Angostura. Un privilegio que a los rabonenses les costó más de $ 400.000 que lo están pagando sin agua potable, sin ayuda de ninguna naturaleza y con una comuna que decidió cerrar sus puertas por un mes y sin aviso.
El capricho burgués aristocrático y, paradójicamente popular, devenga en costosos privilegios. La continuidad de la triste y vergonzosa dinastía, debe terminar.
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