Sostienen que Bolsonaro “es un fenómeno inédito”

Según el director del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral, Marcelo Bermolén, el origen militar del dirigente de ultraderecha le ayudó a ganarse el voto del electorado brasileño

Es un fenómeno inédito, desde la mirada de los valores del retorno de la democracia argentina, pero la dictadura militar en Brasil no tuvo los estigmas de la nuestra”, advierte Marcelo Bermolén al explicar las razones del ascenso irresistible de Jair Bolsonaro al poder.

Según el experto, profesor de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales y director del Observatorio de Calidad Institucional (OCI) de la Universidad Austral, el origen militar de Bolsonaro le ayudó a ganarse el favor del electorado de su país.

Para Bermolén, “los militares en el poder lograron hacer despegar a Brasil económicamente y combatieron la insurgencia con resultados menos dolorosos” que en nuestro país. Ese recuerdo, unido al hastío de la corrupción y la inseguridad (y el aporte de las iglesias evangélicas) lograron que la sociedad brasileña, aún sus capas más pobres, las mujeres y los afrodescendientes vencieran las reticencias a un liderazgo de corte autoritario y machista.

– ¿Cómo explica una ruptura tan neta entre un pasado reciente donde dominó la agenda social, la promoción de los pobres y el discurso progresista con el avenimiento de una expresión tan nítidamente derechista?

La sociedad brasileña, tras el escándalo del “Lava Jato” que llevó a prisión a empresarios, legisladores, funcionarios y políticos con su máxima expresión en la condena del ex Presidente Lula Da Silva, exigía solución a tres problemas esenciales que la aquejan: corrupción, inseguridad y desigualdad.

El resultado final de la segunda vuelta habla de un Brasil dividido a nivel ideológico, pero también a nivel de clases sociales. Los sectores medios y pudientes, del lado de Bolsonaro. Los pobres fragmentados, según fueran de favelas (como en Río o San Pablo) donde votaron a Bolsonaro en busca de protección contra el crimen y el narcotráfico; y los pobres de los estados más carentes del nordeste de Brasil que mayoritariamente votaron por Haddad ante la necesidad de paliativos sociales, aunque sin conseguir volcar la balanza. Eso explica cualitativamente el voto Bolsonaro en pos de soluciones y cambio.

– ¿Es Bolsonaro un fenómeno inédito en Brasil?

Es un fenómeno inédito, desde la mirada de los valores del retorno de la democracia argentina, pero la dictadura militar en Brasil no tuvo los estigmas de la nuestra. Durante dos décadas, los militares en el poder lograron hacer despegar a Brasil económicamente, lo industrializaron, le dieron cierto orden y combatieron la insurgencia con resultados menos dolorosos en el tejido social. Pero el fenómeno Bolsonaro es original porque se asienta también en el apoyo y crecimiento de las iglesias evangélicas, aprovechando su extraordinaria llegada territorial y su poder comunicacional (credo al que el ex capitán se convirtió hace pocos años). Ese tridente de militares, evangelistas y terratenientes, acompañados por una sociedad hastiada y por cierto beneplácito de los mercados, encierra la novedad.

– ¿Es equiparable al caso Trump?

Es cierto, que se parece -en parte- al caso de Donald Trump, en tanto encarna una expresión nacionalista, ha resultado una sorpresa, sus equipos han utilizado las redes sociales como campo decisivo de la campaña y comparten el uso de ciertas formas exageradas del discurso (de hecho el ex jefe de campaña de Trump asesoró a Bolsonaro), pero el contexto en el que deberá ejercitar su poder es bien distinto. Los dos colosos de América (EE. UU. y Brasil) estarán presididos por ideologías afines y es probable una fuerte alianza entre ambos países, pero hasta ahí llegan las coincidencias.

– Bolsonaro es un hombre sin partido político. ¿Tiene equipos idóneos para afrontar las exigencias de la compleja realidad del gigante Brasil?

Sin una estructura partidaria propia, asume en un Brasil convaleciente en lo económico y no tiene historia de desempeñar cargos ejecutivos en el poder. Aún así, hay una estructura de poder que encarnan las fuerzas armadas, deseosas de incidir en el nuevo gobierno, y que pueden dotarlo de una organización suficiente. Es dable esperar una militarización del poder. Bolsonaro será pragmático. Menos ministerios, más efectivos y encabezados por idóneos cuyas designaciones no están exentas de sorpresas o contradicciones. La nominación de Moro en el Ministerio de Justicia habla de una alianza con ciertos sectores de ese poder, así como la del economista Guedes con actores del mundo financiero internacional.

– ¿El electorado brasileño ha expresado una condena más rotunda a la corrupción en compa ración con el argentino?

El poder cumple ciclos y el hastío se hace mayor con la política y la corrupción en épocas de retroceso económico y social. La ciudadanía brasileña muestra una tendencia a aceptar con más naturalidad un régimen duro o autoritario que la mayoría de los países de la región, a lo que suma que su dictadura ha estado asociada en el imaginario popular con menos corrupción, con una economía en marcha y con mayor seguridad.

– Por favor, díganos qué piensa sobre la Justicia y las Fuerzas Armadas de Brasil en comparación con Argentina?.

Para ambas instituciones la respuesta es la misma. En Brasil, la justicia y las fuerzas armadas son más profesionales y comprometidas. El Lava Jato es la muestra de cómo se debe investigar la corrupción: compartiendo la información, con profesionales entrenados, trabajo colaborativo, estrategias de investigación, cooperación, resguardo de la información y un trabajo sin pausa.

La investigación de los casos de corrupción en la Argentina está en manos de los mismos jueces federales que antes demoraban su pesquisa. Una justicia que investiga mal, selectivamente y siempre de cara al pasado y que es proclive a negociar con operadores políticos. Si a eso se suma que hay organismos de control desarticulados y una oficina anticorrupción que no es independiente, el resultado no puede ser otro que la paupérrima confianza que la sociedad argentina tiene en su sistema de justicia.

– ¿Evalúa que Bolsonaro reafirmará en su gobierno los gestos que evidenció en la campaña: homofobia, misoginia, racismo y mano dura?

En un país dominado por la inseguridad -más de 60.000 homicidios en el último año- muchos brasileños se muestran dispuestos a sufrir un recorte de sus derechos a cambio de certidumbre y protección. Habrá, sobre todo, mano dura.

– ¿Por qué cree que las mujeres y la población negra terminaron votando en una alta proporción a un candidato que al menos en el discurso se mostró hostil hacia ellos?

Hubo una reacción de miles de mujeres a lo largo y ancho de Brasil (más de 100 ciudades) -en plena campaña- contra Bolsonaro por sus declaraciones misóginas. La cruzada #EleNao (El No) que pareció exitosa, luego no se consolidó en las urnas. Bolsonaro modificó su discurso en redes en favor de las mujeres aunque se mantuvo en contra del feminismo, provocando divisiones. Es posible que, finalmente, haya primado el mensaje de las iglesias evangélicas, y la defensa de esas mujeres de sus familias en búsqueda de seguridad. Lo mismo puede aplicarse a la población negra, probablemente la que más padece la inseguridad y los hechos criminales. La corrupción, la violencia y el rechazo al PT, completaron los incentivos para votar al nuevo presidente.

La relación con Argentina
– ¿Qué debería esperar Argentina en términos de asociación económica con Brasil?

Más allá de su volumen, en la última década, las exportaciones brasileñas muestran que el vecino país primarizó sus envíos al exterior, y sus bienes industriales perdieron competividad global encontrando mayormente- destino en los países de la región. Bolsonaro pondrá el acento en fortalecer la industria nacional y aliarse al fuerte lobby del empresariado paulista, que supo ser un socio natural de los militares en época de la dictadura. Con un sesgo muy pragmático, abrirá la economía selectivamente en aquellos sectores menos competitivos y mantendrá en poder o bajo supervisión a sectores estratégicos de la economía como las comunicaciones y la energía.

El nuevo presidente de Brasil, mantendrá al Mercosur como un acuerdo aduanero y evitará fortalecerlo, poniendo el énfasis en los tratados bilaterales. La posición negociadora de una Argentina en crisis, no parece el mejor escenario. Si bien la relación con nuestro país es estratégica para ambas naciones, Bolsonaro buscará que su mercado sea el mundo y se abastecerá de insumos y materias primas baratas y de buena calidad, provengan de donde provengan. La baja competitividad de nuestro país, las altas tasas, la falta de inversiones y la suba de impuestos, sólo perjudicarán ese escenario. Su viaje a Chile, como primer encuentro presidencial fuera de Brasil, demuestra que busca un socio competitivo, con acuerdos comerciales abiertos al mundo y que le facilite negocios con el corredor del Pacífico. Aún así, habrá una integración con la Argentina, aunque mucho más flexible y atada a los intereses propios del gigante regional.