Con viento de cola y un insuflar triunfalista ante la vuelta previa del peronismo en los estrados de poder nacional que facilitó el triunfo de Omar Perotti en la provincia; tales brizas y vientos en busca de buenos puertos que habrían ayudado desembarcar al peronismo ocampense en las costas del poder deberá esperar otros cuatros años. Una campaña aunque reñida, sondeos y percepciones sumado a un altísimo desgaste que acompañó a una imagen negativa del actual intendente Enrique Paduan pudo, sin embargo, torcer resultados adversos y cambio un efecto que hasta último momento parecía puesto y ya decidido. Paduan sigue logrando favores de un alto sector del peronismo que reniega acompañar sus huestes de manera definitiva y contundente. Villa Ocampo es una localidad en la que la tradición política y la histórica politización en la que vivió fueron adoctrinadas y gestadas por sucesivos gobiernos justicialistas a lo largo de décadas. Aunque recuperado en su volumen de votos, el peronismo ocampense sigue sin lograr controlar voluntades mayoritarias que le permitan anclar hacia una municipalidad que le resulta adversa y esquiva a sus pretensiones y premisas.
En este contexto es más difícil resolver una definición que acompañe el sentir del radicalismo diciendo que Paduan “ganó otra campaña”. Más bien y aunque se hunde en la frustración de muchos justicialistas desde las exigencias de una clara definición acerco la entidad que obliga a definir el resultado que precisó en esta campaña: “Perdió el Peronismo”. Para mejor precisar, perdió su pugna por la intendencia. Tal parece que la entidad que más cerca le queda a su control es el Concejo deliberante donde a partir del 10 de diciembre regenteará una parcialidad mayoritaria de cuatro miembros sobre los seis restante.
La experiencia cercana vivida ante los resultados electorales de 2017 en la que una interna del radicalismo desnudó el lado oscuro del espejo del poder permitió que el justicialismo ganara su primera campaña luego de 10 años. El intento trasladado en la necesidad de copiar la misma experiencia se sumó a la candidata de CAMBIEMOS, María Del Mar Fantín, quien hizo una pésima elección y la premisa de quitar votos al oficialismo resultó una desacertada estrategia que termino favoreciendo al oficialismo, claramente. Cada campaña es única y jamás los resultados de estrategias se repiten logrando los mismos resultados. El intento por fluctuar votos por los senderos de la ancha alameda del medio se fagocitó en una polarización que resultaba evidente viéndola desde la luna.
Cuestión aparte se considera la ingeniería de campañas del justicialismo que, aunque sus ejes permitieron recuperar algo más de 12 puntos con respecto a resultados obtenidos en el 2015, es claro que las estrategias mediáticas no fueron las mejores y la penetración del discurso del candidato hizo poca mella en el interés, particularmente, ante un electorado independiente – 25 % – que fue seducido por el oficialismo sin desgastar muchos esfuerzos. El justicialismo decidió no armar equipos de campañas, desde lo cual, lograr analizar su avance desde una mecánica electoral conforme a corregir planteos según la dinámica en su desarrollo en tanto se acercaba el domingo establecido fue otro yerro garrafal que terminó costándole caro debiendo hacerse cargo de otra derrota que alejó toda pretensión de recuperar la municipalidad luego de 12 años de intento por recobrarla. Resultó tristemente excluyente una información que ensució y avispó ánimos de un sector independiente espantado ante lo que resultó un triste operativo concretado por un descerebrado – denuncia/Ñoquis de la cámara de diputados – cuyas culpas terminó recayendo en responsabilidades del justicialismo que tuvo cero responsabilidades siendo inculpado y pagando por la torpeza canalla de un señor que dice ser periodista.
Aunque Enrique Paduan reitera sus triunfos consecutivos en nombre del radicalismo en una población con genes peronistas, deja un tablero y escenario político en el norte lleno de perplejidades y muy distinto al transcurrido en la última década: Paduan tendrá que fortalecer su equipo, presentar nuevos cuadros político y gestores conforme a oxigenar una imagen que le permitió ganar una campaña solo separando por 260 votos en su favor en un padrón electoral que superó los 12.000 electores. Prescindirá del poder provincial que ya cambió de nombres y color y enfrentará un comando nacional que en nada le resultará favorable obligado a enfrentar cuatro años subiendo la cuesta intentando capear una de las peores crisis económicas y políticas que se avecinan con un Concejo Deliberante controlado por la oposición con mayoría automática.
En tanto el peronismo, puertas adentro, afrontará fuertes debates habiendo sumar nuevos cuadros que ante los últimos resultados permite adivinar para que lado caerá la ficha. Desafíos que piloteará con mayoría en un Concejo deliberante sin presupuesto y la necesidad de cambiar caras, nombres y equipos en un corto plazo que demandará grandezas, inteligencia política y nuevos cuadros partidarios que adviertan que la municipalidad no es un objetivo, sino un instrumento desde donde se habrá de aplicar un proyecto alternativo al actual.