La noticia llegó antes de lo previsto y sacudió con fuerza a toda la cadena productiva del norte santafesino: Vicentín decidió paralizar sus operaciones desde este viernes, anticipando una medida que recién había sido comunicada para el lunes. Esta decisión abrupta no solo sorprendió a socios estratégicos y trabajadores, sino que genera un daño económico inmediato y encendió todas las alarmas respecto al futuro de la empresa y su impacto en la región.
La Unión Agrícola de Avellaneda (UAA), uno de los principales socios operativos de Vicentín, se vio gravemente afectada por el cambio inesperado de planes: quedaron 25.000 toneladas de girasol dentro de la planta que la agroexportadora posee en Ricardone, además de varios camiones con mercadería en tránsito. “Nos genera un gasto extra enorme en logística y no tenemos claro dónde podremos moler el girasol”, expresó con preocupación el presidente de la entidad, Mario Stechina. La UAA había sido informada de que el parate sería el lunes, pero el sorpresivo anticipo les cambió por completo el escenario operativo.
Desde el gremio aceitero, el panorama es igual de incierto. Leandro Monzón, secretario general del sindicato que agrupa a los trabajadores del norte santafesino, confirmó que desde la empresa le avisaron que “lo único que seguirá funcionando es la caldera”, ya que abastece también a otras industrias del Parque Industrial como Buyanor y Friar. Más allá de eso, “no dan más información”, reclamó. “Esto es claramente un lock out patronal, porque todavía había materia prima en la planta para seguir procesando”, denunció Monzón, señalando la decisión unilateral de la empresa sin diálogo previo con los trabajadores ni con las entidades involucradas.
El sindicalista relató que se enteró de la paralización cuando ya se había producido en Ricardone y, tras insistentes llamados, recién cerca de las 22:00 hs recibió una escueta respuesta del gerente de Recursos Humanos. El próximo cambio de turno estaba previsto para las 04:00 am del sábado, pero la incertidumbre sobre si habrá actividad o no es total.
Otro actor clave que reaccionó al instante fue Bunge, empresa que al enterarse del freno operativo de Vicentín, retiró inmediatamente el expeller de girasol que tenía almacenado allí y lo trasladó a su empresa. Un movimiento que ilustra la desconfianza creciente hacia la capacidad de la empresa de continuar operando.
Por su parte, el intendente de Avellaneda, Gonzalo Braidot, también fue sorprendido por la noticia. Aunque admitió que el desenlace parecía inevitable, confesó que aún no contaba con información oficial al respecto.
Un parate que amenaza con ser el mayor desastre económico de la región
Más allá del impacto inmediato en el movimiento de cargas, la molienda y el trabajo de cientos de personas, el trasfondo financiero de Vicentín revela un deterioro que anticipa un desenlace catastrófico. En su último informe al juez del concurso, los síndicos informaron que la deuda posconcursal ya supera los $14.000 millones. Solo en concepto de energía, la empresa adeuda más de $3.000 millones a CAMESA y otros $408 millones a la Cooperativa de Servicios Públicos de Avellaneda, que esta semana advirtió públicamente que si para el viernes 11 de abril no hay pago, se verán obligados a cortar el suministro eléctrico. “No podemos comprometer el funcionamiento de la cooperativa, que presta servicios a miles de vecinos”, remarcaron.
A esto se suma el rumor cada vez más firme de que Vicentín no podrá pagar los sueldos de marzo, cuyo vencimiento es el próximo lunes 8 de abril, y que no existen nuevos contratos operativos que permitan garantizar el ingreso de dinero para sostener mínimamente el funcionamiento.
En este contexto, el parate intempestivo no es solo una decisión operativa más: se trata del reflejo de una crisis estructural profunda y descontrolada. Los actores de la cadena agroindustrial están desorientados, los trabajadores con miedo y los dirigentes locales con escaso margen de acción ante un gigante que cae sin control.
Si no se toman medidas urgentes y coordinadas, la paralización total de Vicentín puede convertirse en el mayor desastre económico de la historia reciente del norte santafesino. Más de un millar de empleos directos e indirectos están en riesgo, además del impacto que tendrá sobre cooperativas, proveedores, contratistas y toda la economía regional.
El tiempo corre. Y el silencio de la conducción de la empresa, en este momento crítico, solo profundiza el daño. La empresa apunta al quiebre inmediato y con él la desolación generalizada que impactará en todo el norte santafesino, principalmente en Avellaneda, la ciudad que salió a la calle a defenderla cuando el Estado intentó salvarla.